

Al parecer, OpenAI se ha vuelto más cautelosa a la hora de publicar investigaciones que resalten el impacto potencialmente negativo que la IA podría tener en la economía, según informan a WIRED cuatro personas familiarizadas con el asunto.
Este retroceso ha contribuido a la marcha de al menos dos empleados del equipo de investigación económica de OpenAI en los últimos meses, según las mismas cuatro personas, que hablaron con WIRED bajo condición de anonimato.
Uno de estos empleados, Tom Cunningham, abandonó la empresa por completo en septiembre tras concluir que se había vuelto difícil publicar investigaciones de alta calidad, según ha podido saber WIRED. En un mensaje de despedida compartido internamente, Cunningham escribió que el equipo se enfrentaba a una creciente tensión entre la realización de análisis rigurosos y el funcionamiento como un brazo de defensa de facto de OpenAI, según fuentes familiarizadas con la situación.
Cunningham declinó la solicitud de comentarios de WIRED.
El director de estrategia de OpenAI, Jason Kwon, abordó estas preocupaciones en una nota interna tras la marcha de Cunningham. En una copia del mensaje obtenida por WIRED, Kwon argumentó que OpenAI debe actuar como un líder responsable en el sector de la IA y no solo debe plantear problemas con la tecnología, sino también “construir las soluciones.”
“Mi punto de vista sobre los temas difíciles no es que no debamos hablar de ellos”, señaló Kwon en Slack. “Más bien, porque no somos solamente una institución de investigación, sino también un actor en el mundo (el actor principal, de hecho) que pone el tema de investigación (IA) en el mundo, se espera que asumamos la agencia de los resultados”.
En una declaración a WIRED, el portavoz de OpenAI, Rob Friedlander, expresó que la empresa contrató a su primer economista jefe, Aaron Chatterji, el año pasado y desde entonces ha ampliado el alcance de su investigación económica.
“El equipo de investigación económica lleva a cabo análisis rigurosos que ayudan a OpenAI, a los responsables políticos y al público en general a entender cómo la gente está utilizando la IA y cómo está dando forma a la economía en general, incluyendo dónde están surgiendo beneficios y dónde pueden surgir impactos sociales o interrupciones a medida que evoluciona la tecnología”, comentó Friedlander.
El supuesto cambio se produce mientras OpenAI profundiza en sus asociaciones multimillonarias con empresas y gobiernos, consolidándose como un actor central en la economía mundial. Los expertos creen que la tecnología que OpenAI está desarrollando podría transformar la forma en que las personas trabajan, aunque todavía hay grandes interrogantes sobre cuándo se producirá este cambio y en qué medida afectará a las personas y a los mercados globales.
Desde 2016, OpenAI ha publicado regularmente investigaciones sobre cómo sus propios sistemas podrían remodelar el trabajo y ha compartido datos con economistas externos. En 2023 copublicó “GPTs Are GPTs” (Los GPT son GPT), un documento ampliamente citado que investigaba qué sectores iban a ser probablemente más vulnerables a la automatización. En el último año, sin embargo, dos fuentes indican que la empresa se ha vuelto más reacia a publicar trabajos que pongan en relieve los aspectos económicos negativos de la IA, como el desplazamiento de puestos de trabajo, y ha favorecido la publicación de resultados positivos.
Un economista externo que trabajó anteriormente con la empresa destaca que OpenAI publica cada vez más trabajos que arrojan una luz favorable sobre su tecnología. El economista habló bajo condición de anonimato.
A principios de esta semana, OpenAI publicó un informe en el que encuestó a usuarios empresariales que expresan que los productos de IA de la empresa les han ahorrado un promedio de 40 a 60 minutos de tiempo al día, y que las empresas de toda la economía tienen un “margen significativo” para aumentar su adopción de la IA.