
Apple acaba de cruzar una línea histórica: 3,000 millones de iPhones comercializados desde su lanzamiento en 2007. Tim Cook celebra una cifra que pocos habrían imaginado cuando Steve Jobs presentó el primer modelo. Pero este hito llega acompañado de nuevos desafíos. Las políticas arancelarias de Estados Unidos y el auge imparable de la inteligencia artificial amenazan con cambiar las reglas del juego en un mercado donde Cupertino ha reinado durante más de una década.
Las ventas del iPhone registraron un crecimiento interanual del 13% y generaron ingresos por 44,500 millones de dólares, casi la mitad de los 94,000 millones obtenidos por la big tech en este trimestre. Algunos especialistas atribuyen este desempeño a compras de pánico provocadas por los aranceles que afectan directamente la cadena de suministro de Apple. Las tasas impuestas por Estados Unidos a diversas materias primas, como cobre y aluminio, así como a importaciones extranjeras —en especial a las chinas— generaron temores sobre un encarecimiento de los productos debido a la posible transferencia de costos operativos al consumidor final.
Durante una llamada con inversionistas, Cook señaló que la mayoría de los aranceles que impactan a Apple derivan de la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (IEEPA). A principios de año, en medio de una intensa guerra comercial, los gobiernos de Estados Unidos y China acordaron aplicar un arancel del 30% sobre las importaciones chinas. Dicho acuerdo redujo los gravámenes “recíprocos” del 125 al 10% que estarán vigente hasta el 12 de agosto. A esto se suma un arancel del 20% vinculado al fentanilo.
Según las proyecciones del último informe financiero, los aranceles estadounidenses costarán a Apple 1,100 millones de dólares entre julio y septiembre, cifra superior a los 800 millones que representaron entre abril y junio. Desde el anuncio de estas medidas, los mercados anticiparon un incremento en el precio del iPhone, lo que motivó a los consumidores a adquirir masivamente dispositivos antes de un posible ajuste.
No obstante, Cook minimizó este escenario como factor del repunte en ventas, asegurando que la verdadera fuerza impulsora fue la calidad del producto. “Si nos fijamos en el iPhone, la familia 16 creció a un ritmo de dos dígitos, a diferencia de la familia 15 en el mismo trimestre del año anterior. Creo que esto se debe directamente a la solidez del producto”, enfatizó.
Apple, rezagado en el mercado de la IA
Estas declaraciones contrastan con la opinión de expertos que consideran que Apple ha fracasado en adaptar sus dispositivos —especialmente los smartphones— a la era de la IA. Apple Intelligence fue presentada en junio del año pasado como una suite de herramientas de IA que prometía transformar radicalmente el funcionamiento de Siri. Sin embargo, casi un año después, estas promesas no se han materializado.
Desde la introducción de la suite, Siri adquirió la capacidad de responder solicitudes escritas, adoptó un diseño renovado y una voz más natural. Estos cambios permitieron interacciones más fluidas y personalizadas, pero sin ofrecer ventajas sustanciales frente a rivales como Google Gemini o Alexa+ de Amazon.
Uno de los principales obstáculos radica en la incompatibilidad entre el Siri tradicional y las nuevas funcionalidades impulsadas por IA. Inicialmente, Apple optó por añadir capacidades generativas al sistema existente como vía rápida para ponerse al día, pero la estrategia fracasó.
Otro gran desafío fue la reticencia de Craig Federighi, jefe de ingeniería de software, a realizar inversiones significativas en IA. Apple suele evitar proyectos sin una garantía clara de retorno, lo que implicaba, entre otras cosas, la adquisición de costosas GPUs. Esta falta de prioridad, sumada a la posterior escasez de chips, limitó su capacidad de competir.
El punto de inflexión actual radica en la campaña de marketing con la que Apple presentó su apuesta por la IA. La estrategia se basó en funcionalidades aún en desarrollo, como una Siri mejorada y la capacidad de Apple Intelligence para extraer contexto de las aplicaciones del sistema. Ambas características han enfrentado retrasos que han minado su impacto.
Cook ha dado señales de que esto podría cambiar pronto. Durante la presentación del informe financiero, afirmó que Apple “está abierta” a fusiones y adquisiciones, mientras aumenta “significativamente” su inversión en IA, según CNBC. “Consideramos la IA como una de las tecnologías más profundas de nuestra era. La estamos integrando en nuestros dispositivos, plataformas y en toda la empresa. Apple siempre se ha dedicado a aprovechar las tecnologías más avanzadas y hacerlas fáciles de usar y accesibles para todos, y eso es fundamental en nuestra estrategia de IA”, declaró.
Este renovado impulso llega justo cuando OpenAI avanza en el desarrollo de un hardware “diseñado para la era de la IA”. Aunque se conocen pocos detalles, existen especulaciones sobre si estos dispositivos de nueva generación podrían sustituir a los smartphones en los próximos años. Un escenario así sería catastrófico para Apple, considerando que casi la mitad de su negocio depende de la venta de iPhones.
Sin embargo, Cook no parece preocupado. “Es difícil imaginar un mundo sin el iPhone. Eso no significa que no estemos pensando en otras cosas, pero creo que los dispositivos de IA probablemente serán complementarios, no sustitutos”, afirmó.
Aun así, no se puede ignorar que el sector tecnológico evoluciona a gran velocidad, impulsado por la IA, que ya ha puesto en jaque servicios considerados esenciales, como la búsqueda en línea. En ese terreno, OpenAI ahora compite directamente con Google y muestra un potencial de crecimiento significativo en el corto plazo.