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El futuro de la inteligencia de nuestra especie se juega en esta cláusula entre OpenAI y Microsoft

Pero eso no es todo. El consejo de OpenAI también tendría que determinar si los nuevos modelos han alcanzado una “IAG suficiente”. Esto se define como un modelo capaz de generar beneficios suficientes para recompensar a Microsoft y a los demás inversionistas de OpenAI: una cifra superior a los 100,000 millones de dólares. OpenAI no tiene que obtener realmente esos beneficios, solo debe aportar pruebas de que sus nuevos modelos generarán esa recompensa. A diferencia de la primera determinación, Microsoft debe estar de acuerdo en que OpenAI cumple con esta norma, aunque no puede rechazarla de forma irrazonable. De nuevo, en caso de disputa, un tribunal puede tomar la decisión final.

Su propio CEO, Sam Altman, admitió en 2023 que las normas son vagas: “Da a nuestro consejo mucho control para decidir lo que ocurre cuando llegamos a ese punto”. En cualquier caso, si OpenAI decide que ha alcanzado la IAG suficiente, no tendrá que compartir esos modelos con Microsoft, que se quedará con las versiones anteriores, ya obsoletas. Ni siquiera tendrá que utilizar los servidores en la nube de Microsoft, que actualmente tiene derecho de tanteo sobre su trabajo.

La tercera parte de la Cláusula establece que, mientras dure el contrato, Microsoft no podrá desarrollar IAG por su cuenta. Esto podría explicar por qué, a pesar de que el idilio original entre las empresas ha derivado en un conflicto casi al estilo Hatfield y McCoy, Microsoft insiste en que no está desarrollando sus propios modelos de IA de vanguardia, que presumiblemente aspirarían a la IAG.


Meta

El objetivo de fondo es integrar algoritmos de inteligencia artificial general en todo el ecosistema de Meta, incluidas sus plataformas sociales y dispositivos, como las gafas inteligentes Ray-Ban Meta.


¿Por qué aceptó esto Microsoft?

Resulta que la Cláusula encarna la furiosa división entre quienes piensan que la AGI está a un paso de distancia y quienes creen que es una quimera a corto e incluso medio plazo.

Por lo que sé, OpenAI insistió en la Cláusula cuando se formalizó la asociación porque Altman y compañía son verdaderos creyentes. Microsoft aceptó el concepto mirando hacia otro lado, porque Nadella y su equipo no creían que la IAG estuviera cerca de hacerse realidad, y menos aún antes de 2030, cuando expira el contrato. Todavía no lo creen. Así que Microsoft consideró que sus abogados lo protegían suficientemente a través del lenguaje contractual.

Eso era entonces. Pero en 2025, tienes a Sam Altman diciendo que podríamos estar llegando a la IAG este mismo año. Mientras tanto, se vive una carrera armamentista demencial, en la que empresas, especialmente Meta, están ofreciendo a los investigadores de IA compensaciones comparables a las de Ohtani para perseguir la superinteligencia, que es básicamente la IAG sin las ruedas de entrenamiento. Sería un desastre para Microsoft si OpenAI retuviera sus nuevos y asombrosos modelos. Tendría que empezar desde cero, porque no ha tenido libertad para trabajar en la IAG y, en su lugar, se ha centrado únicamente en productos comerciales.

Pero ahora Microsoft tiene una vía de escape del dolor de cabeza que representa La Cláusula. OpenAI, por razones que se remontan a la destitución temporal de Altman por parte de su junta directiva en noviembre de 2023, está intentando modificar su estructura actual hacia una forma de gobierno algo diferente, que implica convertir el ala con fines de lucro en una “corporación de beneficio público”. El proceso está orientado a ayudar a OpenAI a crecer, eliminando los actuales límites a los beneficios y permitiendo a inversionistas y empleados poseer acciones directamente. Esto requiere la aprobación de Microsoft, lo que le permite renegociar la Cláusula, entre otras concesiones. Ninguna de las partes ha compartido los términos de la negociación, pero al menos un informe afirma que Microsoft podría estar pidiendo la eliminación total de la Cláusula.

También se especula con la posibilidad de que a OpenAI ya no le importe tanto. Después de todo, su impulso original era evitar que la inteligencia artificial fuera dominada por gigantes tecnológicos con fines de lucro. Pero OpenAI, valorada en 300,000 millones de dólares, se está reorganizando ahora como una empresa comercial, aunque para “beneficio público”.

Sin embargo, sería una pena decir adiós a La Cláusula. Aunque no sea más que un puñado de frases redactadas en jerga jurídica, La Cláusula exige una definición útil de un punto de referencia para determinar si la inteligencia artificial ha alcanzado el punto en el que realmente sacude nuestro mundo. Su supresión supondría la muerte prematura de al menos un canario en la mina de carbón de la IA.

Artículo originalmente publicado en WIRED. Adaptado por Alondra Flores.