
No es raro que las empresas hagan planes demasiado ambiciosos y nunca los cumplan, pero la UIT exige a las empresas que lancen su primer satélite en un plazo de siete años a partir de la reserva del espectro y que progresen de forma constante hasta completar sus lanzamientos en los siete años siguientes. Si no lo consiguen, tendrán que reducir sus intenciones.
Estos requisitos podrían convertirse pronto en un grave problema tanto para Guowang como para Qianfan. Desde que empezaron a lanzar sus satélites no experimentales el año pasado, el tiempo corre y las normas de la UIT establecen que tendrán que haber enviado al cielo el 10% de sus naves espaciales antes de 2026.
En comparación con Starlink, ambas constelaciones parecen avanzar con lentitud. Starlink lanzó su primer lote de satélites en mayo de 2019, y la compañía entró en un ritmo constante al año siguiente, llegando a casi 2,000 satélites en unos dos años, dice McDowell.
Guowang, en particular, se ha movido más lentamente de lo que muchos observadores esperaban desde que se registró por primera vez en la UIT en 2020. “Todo el mundo, incluido yo mismo, esperaba un crecimiento bastante rápido, porque tenían mucho dinero, mucho apoyo y el mandato del gobierno” para convertirse en el Starlink chino, dice Blaine Curcio, fundador de Orbital Gateway Consulting, una firma de investigación de mercado que se centra en la industria espacial china.
Guowang, o SatNet, como algunos la llaman, fue una de las primeras empresas de satélites que se instaló en Xiong’an, una urbanización cercana a Pekín que el gobierno chino ha promovido como ciudad de alta tecnología del futuro. Pero sus vínculos con el gobierno también pueden haber dado lugar a obstáculos burocráticos, dice Curcio. La empresa está dirigida por ejecutivos procedentes de grandes empresas estatales, que probablemente traen consigo un estilo de gestión más tradicional y vertical. “No se van a mover rápido ni a romper cosas”, explica.
Aunque Qianfan también cuenta con el respaldo estatal del gobierno municipal de Shanghai, los expertos afirman que funciona más como una empresa moderna y ha contratado a ejecutivos experimentados de los sectores financiero y empresarial, lo que puede explicar que haya avanzado más rápido que Guowang.
Pero hay un serio cuello de botella que lastra ambos proyectos en estos momentos: la disponibilidad de cohetes. Aunque China lanza un gran número de cohetes al año, tienen que repartirse entre varios proyectos, incluidos los satélites de navegación y teledetección. Y lo que es más importante, China aún no dispone de cohetes reutilizables operativos, esenciales para que Starlink mantenga su cadencia de lanzamiento rápida y económica.
Este año, Qianfan ha convocado dos concursos públicos para proveedores de cohetes, pero ambos han sido declarados fallidos por no recibir suficientes licitadores. Aunque hay varias empresas comerciales chinas trabajando en el desarrollo de cohetes reutilizables, ninguna está preparada para el prime time. “Es posible que en los próximos dos años empecemos a ver que ese cuello de botella se resuelve, pero también es posible que siga siendo un cuello de botella bastante importante”, afirma Curcios.
Alternativa a Starlink
Hasta ahora, Guowang y Qianfan parecen haber evitado competir directamente entre sí al dirigirse a mercados diferentes. Guowang, que cuenta con más apoyo del gobierno central, podría encargarse de casos de uso relacionados con la seguridad nacional. Según un informe publicado por The Atlantic Council el mes pasado, Taiwán ha recibido información de que los ejercicios militares de China en torno a la isla han tratado de validar si Guowang funciona en la zona y puede dirigir misiles chinos para posibles ataques en el Pacífico Occidental.
Qianfan, por su parte, se está posicionando como competidor de Starlink en el mercado internacional. Un mapa que los representantes de Qianfan presentaron en una conferencia de la industria espacial en China el año pasado mostraba que ya está trabajando en seis mercados: Brasil, Kazajstán, Malasia, Omán, Pakistán y Uzbekistán. El mapa también dice que planea entrar en dos docenas más en 2025, incluidos países como India, Arabia Saudí, Irán, Argentina y muchos de África.