

El trimestre más esperado y probablemente temido de Elon Musk en Tesla ha sido este. Que, por un amargo giro del destino, coincide con la expiración de los primeros 100 días de Donald Trump como presidente. Fascinado por su fama de optimizar recursos (y por las generosas donaciones de campaña que había recibido), el magnate neoyorquino llamó a Musk para encabezar el DOGE, el Departamento de Eficiencia Gubernamental, que se convirtió de inmediato en el órgano corta-cabezas que muchos temían.
Un papel que al hombre más rico del mundo no pareció importarle en absoluto, a juzgar por la forma en que blandía —saltando de aquí para allá— la motosierra que le había regalado el presidente argentino Javier Milei. Un papel que, con la ayuda de las políticas poco ecológicas del nuevo inquilino de la Casa Blanca, ha empañado la imagen del emprendedor convertido en el hombre más rico del mundo.
Tesla se ha llevado la peor parte, convirtiéndose en el blanco de innumerables actos vandálicos (incluso en Italia) y campañas destinadas a boicotear sus vehículos, reacciones que Trump ha intentado frenar de forma indecorosa, incluso con mensajes de dudosa utilidad, como cuando hizo que le entregaran un coche eléctrico en las puertas de la residencia presidencial.
Un comienzo de año cuesta arriba para Tesla
Como ya se ha escrito, y como se repetirá en breve, sería simplista atribuir las flojas cuentas de Tesla únicamente al papel político de Musk: los problemas son, con toda probabilidad, más numerosos y concomitantes. El último informe trimestral permite cuantificar los daños de la empresa de Austin, pionera del coche eléctrico de gran consumo, que parece haberse quedado sin fuelle en los últimos meses.
Hasta ahora, se sabía que las acciones de la compañía texana se habían desplomado un 40% desde principios de año, pero ahora también ha quedado constancia de que el beneficio neto se ha desplomado un 71%, hasta los 409 millones de dólares. Y no solo eso. Las ventas de coches eléctricos cayeron un 20% y los ingresos descendieron un 9% (hasta 19,340 millones), quedando por debajo del umbral que habían fijado los analistas (21,110 millones).
Cybertrucks defectuosos y los deberes frenan a Cybercab y Semi
¿Toda es culpa de que Musk entre y salga de la Casa Blanca con niños a cuestas? ¿Es posible que esas fotos hayan dañado hasta tal punto las cuentas de una empresa hipercapitalizada que siempre ha gozado de la confianza de los mercados? Difícil saberlo.
Probablemente también habría que echar en el caldero de las responsabilidades los numerosos posts en X que el hombre más rico del mundo escribió quizá con demasiada ligereza.
Pero también hay otras razones, todas industriales, para explicar la caída. Empezando por un Cybertruck que nunca ha despegado (en 14 meses, Musk habría vendido 46,096 pick-ups eléctricas) y que, además, se ha visto afectado por múltiples retiradas del mercado por parte de la autoridad estadounidense de seguridad de vehículos (ocho en 2024, ya una en 2025).