
Los aranceles recíprocos impulsados por Donald Trump, presidente de Estados Unidos, han entrado en vigor. La medida, cuyo objetivo es reducir el déficit comercial del país, ha desatado una guerra económica en la que tanto China como la Unión Europea han dejado en claro que no cederán ante lo que consideran actos “injustificados” de “intimidación” económica.
La semana pasada, Trump firmó un decreto que impone un arancel universal del 10% a todas las importaciones provenientes de 185 países, vigente desde el sábado pasado. A partir del miércoles, estos gravámenes aumentaron para un grupo de más de 60 naciones señaladas por altos funcionarios del gobierno como los “principales infractores”. Entre ellos se incluyen los Estados miembros de la Unión Europea y China.
El país asiático es uno de los más golpeados por la medida. Desde hoy, todas las mercancías chinas que ingresan a territorio estadounidense enfrentan un gravamen del 104%. El Ministerio de Comercio de China reaccionó de inmediato y estableció cargas impositivas del 84% a las importaciones provenientes de Estados Unidos, vigentes desde este jueves. El organismo argumentó que “la escalada arancelaria contra China por parte de Estados Unidos es una práctica errónea que vulnera gravemente los derechos e intereses legítimos de nuestro país y socava el sistema multilateral de comercio basado en normas”.
Las autoridades de Pekín también impusieron restricciones a las exportaciones dirigidas a 18 compañías estadounidenses, en su mayoría vinculadas a la industria de defensa, debido a su potencial uso dual, tanto civil como militar. Estas sanciones se suman a una lista previa de cerca de 60 empresas estadounidenses ya penalizadas desde la imposición de los primeros aranceles por parte de Trump.
Esta semana, Lin Jian, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, condenó la postura de Washington al declarar que los aranceles impuestos representan “un claro ejemplo de unilateralismo, proteccionismo e intimidación económica. El uso abusivo de estas tarifas equivale a negar a los países, especialmente a los del Sur Global, su derecho al desarrollo”.
En respuesta, Scott Bessent, secretario del Tesoro de Estados Unidos, calificó de desafortunada la decisión de China de aplicar medidas de represalia. Aseguró que Pekín terminará perjudicándose a sí mismo con esta estrategia. “Es lamentable que los chinos no quieran sentarse a negociar, porque son los peores infractores del sistema comercial internacional”, declaró en una entrevista con Fox Business Network.
A pesar de la tensión, el Ministerio de Comercio chino no ha cerrado del todo la puerta a una posible negociación con Estados Unidos. No obstante, ha subrayado que cualquier diálogo debe establecerse “en condiciones de igualdad y con una cooperación que beneficie a ambas partes”.
La UE lanza su primera ofensiva contra los aranceles de Trump
Una postura similar ha adoptado la Comisión Europea. Los países de la eurozona ahora enfrentan un arancel recíproco del 20% en sus exportaciones hacia Estados Unidos. Este lunes, Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión, expresó que “Europa siempre está dispuesta a lograr un acuerdo positivo. Por eso lo mantenemos sobre la mesa. Pero también estamos preparados para responder con firmeza y defender nuestros intereses”.
En ese sentido, los Estados miembros de la Unión Europea decidieron aumentar al 25% los gravámenes sobre un amplio conjunto de productos procedentes de Estados Unidos. Esta medida responde directamente al impuesto del 25% que la administración estadounidense impuso recientemente sobre las importaciones de acero y aluminio. Se trata de la primera acción formal de represalia por parte del bloque europeo ante las políticas arancelarias de Trump.