

La ampliación contempla “un compromiso multimillonario” para producir silicio avanzado en la planta Fab 21, del fabricante asiático Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC). Apple es el mayor cliente de esta instalación.
Taiwán es el mayor fabricante mundial de semiconductores. Concentra el 60% de la producción general de chips y es responsable del 90% de la manufactura de los componentes más avanzados y utilizados para el desarrollo de soluciones de IA. TSMC es el principal productor con una participación de 54% en el mercado global.
“Los proveedores de Apple ya fabrican silicio en 24 fábricas repartidas en 12 estados, entre ellos Arizona, Colorado, Oregón y Utah”, detalla la firma. Añade que el Fondo de Manufactura Avanzada ha respaldado diversos proyectos en 13 entidades federativas en favor de empresas locales.
Apple prevé incrementar su gasto en investigación y desarrollo. Planea contratar a cerca de 20,000 especialistas en ingeniería de silicio, desarrollo de software, inteligencia artificial y aprendizaje automático.
La organización también abrirá la Apple Manufacturing Academy en Detroit. Se trata de un instituto de aprendizaje enfocado en optimizar la productividad, la eficiencia y la calidad en las cadenas de suministro de pequeñas y medianas empresas tecnológicas en Estados Unidos. El centro educativo contará con la participación de ingenieros de la entidad y expertos de diversas universidades. Ofrecerá cursos gratuitos presenciales y en línea, con un plan de estudios diseñado para el desarrollo de habilidades clave como la gestión de proyectos y la optimización de procesos productivos.
Apple sigue siendo uno de los mayores contribuyentes estadounidenses. En los últimos cinco años, ha pagado más de 75,000 millones de dólares en impuestos. De esta suma, alrededor de 19,000 millones de dólares corresponden a 2024. La compañía asegura que, en la actualidad, respalda más de 2.9 millones de puestos de trabajo “a través de empleo directo, trabajo con proveedores y fabricantes con sede en Estados Unidos”.
Pese a ello, el negocio de la desarrolladora del iPhone corre el riesgo de verse afectado por las disputas comerciales derivadas de la política arancelaria de Donald Trump, que ha generado tensiones con países como China, México y Canadá. El mandatario republicano decretó un arancel adicional del 10% a todas las mercancías chinas y ha amenazado con imponer una tasa extra del 25% para los chips procedentes del mercado asiático. Acordó suspender temporalmente un arancel del 25% a los productos importados de Canadá y México, pero es posible que esta carga se reactive en marzo. A esto se suma un impuesto del 25% al aluminio y al acero importados, independientemente del país de origen.
Las ventas del iPhone se han desacelerado en los últimos años y el nuevo marco fiscal impuesto podría dificultar los planes de reactivación comercial de Apple. Un análisis del Bank of America estima que la empresa se verá obligada a aumentar los precios de sus dispositivos en un 9% para evitar pérdidas significativas debido a los aranceles de importación establecidos por Trump.
El mayor impacto dependerá de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. El país asiático es el principal centro de producción de Apple, mientras que Estados Unidos representa su mayor mercado. Tim Cook ha mostrado su intención de alinearse con las políticas de la nueva administración para evitar afectaciones mayores a sus ingresos. Poco después de la reelección de Trump, el directivo publicó en sus redes sociales: “Apple espera colaborar con usted y su administración para ayudar a garantizar que Estados Unidos continúe liderando y siendo impulsado por el ingenio, la innovación y la creatividad”.