
Perder el acceso a un dispositivo es un malestar común. Ya sea una laptop con Windows 10, un router que tu proveedor de internet eliminó recientemente o un dispositivo de inteligencia artificial que de repente se ha bloqueado, es un fastidio estar desconectado porque las compañías decidieron abruptamente apagarlo. Ahí es donde un grupo de defensores de los consumidores esperan ayudar, pidiendo a los legisladores de EE UU que creen políticas que apoyen los productos conectados al final de sus vidas.
El funeral de los dispositivos inservibles
Stacey Higginbotham, investigadora de la organización sin fines de lucro Consumer Reports y experiodista que cubrió el tema de los dispositivos de internet de las cosas durante más de una década, ha pasado múltiples veces por el trance de los dispositivos muertos. Ha utilizado todos los artilugios extraños y rápidamente olvidados: por ejemplo, el cartón de huevos inteligente Quirky Egg Minder que pretendía informarte sobre cuántos huevos tenías, pero que finalmente no consiguió captar el mercado.
“No bromeo, he tenido cientos de aparatos que han muerto a lo largo de estas décadas. He pasado por productos mal pensados y mal ejecutados que han salido al mercado, fracasado y dejado un montón de residuos electrónicos y consumidores insatisfechos”, confiesa Higginbotham.
La experiodista ayudó a elaborar un nuevo informe conjunto de Consumer Reports, US PIRG y la organización sin fines de lucro Secure Resilient Future Foundation. El equipo sugiere una posible legislación que se espera, sea recogida y defendida por los legisladores a nivel estatal o federal. La titularon Connected Consumer Products End of Life Disclosure Act (Ley de divulgación del final de la vida útil de los productos de consumo conectados), esta exige a los fabricantes de dispositivos indicar cuánto tiempo piensan mantener vivos los aparatos que vender, y avisar a los usuarios cuando se acerque el fin de su vida útil.
La “vida útil” de un producto es un problema con el que algunos consumidores estarán más familiarizados que otros. En respuesta la carta pública enviada por US PIRG, la Comisión Federal de Comercio (FTC, por sus siglas en inglés) revisó los sitios web de 184 productos y descubrió que en el 89% de ellos no se indicaba cuánto tiempo tenía previsto el fabricante mantener el producto.
Lucas Rockett Gutterman, director de la campaña “Diseñado para durar” del PIRG, afirma que una legislación de este tipo podría afectar a más gente que a los primeros usuarios de artilugios extravagantes como el Quirky Egg Minder o el recientemente fallecido Humane AI Pin: “Se aplicaría a smartphones, portátiles, aparatos de fitness, refrigeradores, cocinas, impresoras, microondas, autos… a casi todos los dispositivos de casa y la oficina”.
Gutterman hace referencia a la reacción de Donald Trump al ver el salpicadero de un Tesla durante el evento publicitario en la Casa Blanca: “Lo dijo el presidente: ‘Todo es una computadora’. Es cierto, todo es una computadora”.
Cuando los servicios en línea que alimentan un dispositivo conectado desaparecen, ya sea porque un empresa quiebra o simplemente deja de dar soporte a determinados productos, acaban bloqueados y rotos. También pueden seguir funcionando durante años, aunque el usuario no perciba que el soporte de software ha terminado. Eso significa que los dispositivos dejan de tener acceso a actualizaciones de seguridad periódicas, volviéndolos vulnerables a ciberataques o parte de una red más amplia de dispositivos zombis.
¡Queremos tecnología con vida útil!
La propuesta de ley obligaría a las empresas a indicar un plazo de asistencia “razonable” en el embalaje del producto y en la página web donde se venda, de tal forma que los usuarios sepan cuánto tiempo pueden esperar que un dispositivo tenga acceso a funciones conectadas. También coacciona a las gigantes a notificar a los clientes cuándo se acerca el final de la vida útil de sus dispositivos e informarles sobre las funciones que van a desaparecer.
Por último, está el aspecto de la ciberseguridad: “El requisito es que los proveedores de servicios de internet que alquilan o venden a sus clientes dispositivos inteligentes conectados asuman la responsabilidad de gestionar los dispositivos que lleguen al final de su vida útil en sus redes”, expresa Paul Roberts, presidente de la Secure Resilient Future Foundation, una organización sin fines de lucro dedicada a la ciberseguridad. Añade que este planteamiento consiste en marcar límites y definiciones al mercado de los dispositivos inteligentes: “Decirle a los fabricantes que hay normas que deben cumplir si quieren vender un producto, no es el Salvaje Oeste”.