
OpenAI encendió las alertas ante el avance acelerado de competidores como Google. Sam Altman, director ejecutivo de la compañía, declaró un “código rojo” que implica ajustes inmediatos en la estrategia para proteger el liderazgo de ChatGPT, ahora presionado por el impulso de Gemini 3, según reportes de The Wall Street Journal y The Information,
La advertencia fue comunicada a los empleados mediante un memorando firmado por Altman. En él, detalló que la empresa detendrá temporalmente el desarrollo y la implementación de algunos proyectos previstos, entre ellos, la integración de soluciones publicitarias en su chatbot, el despliegue masivo de ChatGPT Pulse (una versión orientada a sugerir guías de compra personalizadas de manera proactiva con base en conversaciones previas) y la creación de agentes de inteligencia artificial (IA) destinados al sector salud y al comercio.
De acuerdo con el documento, citado por los medios estadounidenses, el objetivo es redirigir más recursos hacia la optimización del servicio, con mejoras en las funciones de personalización, mayor velocidad y fiabilidad de las respuestas, así como un mejor desempeño ante solicitudes más amplias y complejas.
Para cumplir estas metas, Altman sugirió realizar transferencias temporales de equipos y anunció que sostendrá reuniones diarias con los responsables de las áreas clave involucradas en la mejora integral de ChatGPT.
El tono del memorando refleja la presión que enfrentan Altman y su equipo frente a los avances de empresas rivales, especialmente los que Google ha mostrado en meses recientes. La tecnológica de Mountain View presentó en semanas pasadas Gemini 3, su modelo más reciente con capacidades avanzadas de razonamiento, manejo multimedia y codificación, el cual supera a GPT-5.1 en diversas métricas. A ello se sumó el lanzamiento de Nano Banana Pro, la nueva versión de su generador de imágenes con IA, que logró un rápido crecimiento en popularidad.
Tras la presentación de Gemini 3, Altman reconoció que “Google ha estado haciendo un trabajo excelente en los últimos meses”. También anticipó que OpenAI enfrentará una competencia más exigente “durante un tiempo”, debido a que sus recursos estarán concentrados en el desarrollo de sistemas superinteligentes, lo que la podría dejar temporalmente rezagada respecto a sus rivales en el corto plazo.
La creciente presión de Google sobre OpenAI
La brecha no se limita al rendimiento de los modelos. La infraestructura tecnológica y el músculo financiero de Alphabet superan ampliamente la posición de OpenAI. La matriz de Google registró un beneficio neto de 97,715 millones de dólares en los primeros nueve meses del año, un incremento del 33% interanual. Con ingresos anuales cercanos a los 400,000 millones de dólares, puede destinar enormes sumas a investigación y desarrollo en IA, un ritmo difícil de igualar para OpenAI.
Además, Google lleva décadas construyendo infraestructura propia, incluyendo chips destinados a reducir su dependencia de proveedores externos y que incluso puede comercializar con otras compañías del sector.
OpenAI, en contraste, carece de infraestructura propia a gran escala y depende mayoritariamente del capital que recibe por parte de inversionistas. Altman ha pronosticado que la empresa podría cerrar el año con ingresos superiores a 20,000 millones de dólares y aseguró que cuenta con compromisos de inversión por alrededor de 1.4 billones de dólares para los próximos ocho años.