
Si los aliados siguen construyendo sobre plataformas estadounidenses, se hacen aún más vulnerables a la coerción estadounidense. Pero si actúan por su cuenta, pueden pagar un precio más alto e inmediato. En marzo, la provincia canadiense de Ontario canceló su acuerdo con Starlink para llevar internet por satélite a sus zonas rurales más pobres. Ahora, Canadá tendrá que pagar mucho más dinero para construir conexiones físicas o esperar a que sus propias constelaciones de satélites entren en funcionamiento.
Romper relación con EE UU no es así de fácil
Si otros gobiernos siguieran el ejemplo en otros ámbitos, rompiendo sus profundas interconexiones con los sistemas de armamento estadounidenses, o encontrando plataformas alternativas en la nube para servicios gubernamentales y económicos vitales, significaría años de dificultades económicas. Todo el mundo sería más pobre. Pero eso es exactamente lo que algunos líderes mundiales se han reunido para contemplar.
En Europa se está debatiendo una ambiciosa idea llamada EuroStack, una “cadena de suministro digital” dirigida por la UE que daría a Occidente soberanía tecnológica independiente de EE UU y otros países. La idea cobró fuerza un par de meses antes de la reelección de Trump, cuando un grupo de líderes empresariales, políticos europeos y tecnólogos, entre ellos Meredith Whittaker, presidenta de Signal, y Audrey Tang, ex ministra de asuntos digitales de Taiwán, se reunieron en el Parlamento Europeo para debatir sobre la “independencia digital europea”. Según Cristina Caffarra, economista que ayudó a organizar la reunión, la conclusión fue contundente: “Las gigantes tecnológicas estadounidenses no solo son dueñas de los servicios con los que nos relacionamos, sino también de todo lo que hay debajo, desde los chips hasta la conectividad, pasando por los cables submarinos, la informática y la nube. Si esa infraestructura se apaga, no tenemos adónde ir”.
La sensación de urgencia no ha hecho más que crecer desde que Trump retomó el poder. Los gobiernos alemán y francés han abrazado EuroStack, mientras que los principales fabricantes de aviones de la UE y proveedores militares como Airbus y Dassault han firmado una carta pública defendiendo su enfoque de “infraestructura digital soberana”. En todas las capitales europeas, refiere el asesor del Gobierno danés, equipos de personas están calculando qué elementos deben integrarse en el esfuerzo y cuánto costaría.
La Unión Europea también está creando un fondo conjunto de defensa para ayudar a los países de la UE a comprar armas, pero no a Estados Unidos. La Comisión Europea, agencia ejecutiva de la UE, está preparando una red de satélites que podría proporcionar a Ucrania y Europa su propia alternativa a Starlink. Christine Lagarde, directora del Banco Central Europeo, también ha empezado a hablar con insistencia de que Europa necesita su propia infraestructura de pagos, crédito y débito, “por si acaso”.
EuroStack es solo una parte de la respuesta a la mierdificación
Robin Berjon, informático francés que intervino en la primera reunión de EuroStack, reconoce que el proyecto aún “tiene que conseguir financiación y respaldo institucional adecuados” y es “más un movimiento social que otra cosa”. Si estos proyectos tienen éxito, serán caros y su puesta en línea será lenta, y casi con toda seguridad la mayoría tendrá un rendimiento inferior al de sus equivalentes estadounidenses de vanguardia. Pero los problemas de Europa con las plataformas estadounidenses ya no se limitan a los anuncios y las cookies, sino que afectan al futuro mismo de sus democracias y su seguridad nacional. Y a largo plazo, Estados Unidos se enfrentan a una cuestión inquietante. Si deja de ofrecer plataformas que el resto del mundo quiera utilizar, ¿quién quedará, y a qué intereses servirán, en las redes estadounidenses?
Después de que los monopolistas de las plataformas de Doctorow ensuciaran la experiencia del usuario, se volvieron contra las empresas que eran sus clientes de pago reales y empezaron a abusar también de ellas. Los ciudadanos estadounidenses son los verdaderos clientes del gobierno estadounidense. Pero por difícil y costoso que sea para los aliados de Estados Unidos escapar de la mierdificación del poder estadounidense, será mucho más difícil para los estadounidenses hacerlo, ya que ese poder se vuelve cada vez más contra ellos. Como ha documentado WIRED, la administración Trump ha convertido en armas los sistemas de pagos federales contra organizaciones nacionales sin fines de lucro, empresas e incluso estados estadounidenses desfavorecidos. Contratistas como Palantir están fusionando bases de datos federales dispares, creando potencialmente nuevas capacidades radicales de vigilancia que pueden ser explotadas con el toque de un botón.
Con el tiempo, los ciudadanos estadounidenses podrían verse atrapados en un país disminuido y de pesadilla, como un Twitter post-Musk a escala, en la que todo funciona mal, todo puede volverse en tu contra y todos los demás han huido. Desensibilizar las plataformas del poder estadounidense no es solo una prioridad urgente para los aliados. También es un imperativo para los estadounidenses.
Artículo originalmente publicado en WIRED. Adaptado por Alondra Flores.